Cuando Hayley terminó de preparar la maleta con todas las cosas que quería llevarse a Londres, bajó a donde estaba su madre y le avisó para irse en cuanto antes.
Subieron al coche y en cuanto el motor empezó a rugir, unas lágrimas se desprendieron de los ojos de la chica haciendo que su madre se entristeciera.
-Todo va a ir bien, piensa que es por ti y que en menos de lo que piensas volverás a estar aquí. -Dijo acariciándole la mano.
-No me toques. -Le contestó fríamente.
-Está bien. Ya se que no es fácil marcharse durante tanto tiempo, pero te tendrás que acostumbrar.
Y con esas últimas palabras de su madre, Hayley echó una última mirada de despedida hacia su casa y a su barrio y emprendieron un largo viaje hacia Londres.
No hablaron casi nada al principio del viaje, cada una iba pensando en lo suyo. Por una parte, Alice iba pensando en si estaba haciendo bien con llevar a su hija a un internado, claro que su comportamiento cada día le demostraba más que hacía bien llevándola, pero el verla llorar por dejar su casa le hizo dudar un poco. Por otro lado, Hayley iba pensando es si llegaría a llevarse bien con alguien allí dónde iba. No tenía muy claro eso de hacer nuevos amigos, ya que nunca salía bien debido a su fuerte carácter y a la facilidad que ella creía tener en cuanto a hacer que las personas se alejaran de su lado como ha pasado siempre, exceptuando a Jared. Él siempre había sido su mejor amigo, ya que había sido el único que no se había ido. Todos los demás se desvanecían y nunca volvía a saber nada sobre ellos. Ahora mismo ya le estaba extrañando, a pesar de estar enfadada con él, pero claro, debido a su orgullo ella tenía claro que no iba a dar un paso atrás y decirle que lo echaba de menos. No al menos hasta que se disculpara.
-¿Tienes hambre? -Le preguntó su madre sacándole de sus pensamientos.
-Te he preguntado si tienes hambre.
-Ah, no, no tengo hambre.
-Si.
Continuaron el trayecto algo menos calladas, esta vez iban haciendo comentarios de vez en cuando y al fin, llegaron a Londres.
-No, ya casi hemos llegado. ¿No recuerdas?
-No, hace bastante tiempo que no vengo.
-Pues de pequeña solías venir a menudo, te lo pasabas en grande jugando con tu primo.
-Si, me acuerdo de Kyle. Discutíamos mucho, muchísimo.
-Si, debe de estar super grande.
-No hables como si fuera un niño pequeño, tiene la misma edad que yo.
-Sabes que no lo decía en ese plan. Hace tiempo que no le vemos.
-Ya, me gustaría haber venido más veces...
-Mira, aquí es.
Alice aparcó el coche y ella y su hija se dirigieron hacia la casa de Cathy.
Cathy es la hermana de Alice, antes de separarse de Nils, solían venir mucho a verla y Hayley jugaba con su primo, Kyle todo el tiempo.
Se pararon en frente de la puerta y Alice tocó el timbre. Esperaron un rato y de pronto, apareció una señora no muy mayor. Era Cathy.
Alice se abalanzó a abrazar a su hermana, a la que hacía bastante tiempo que no veía. Cuando se separaron, Cathy pudo ver el joven rostro de Hayley y se sorprendió.
-¿Hayley? ¡Madre mía, que grande estás! -Dijo dándole un abrazo. -¿Recuerdas a tu primo Kyle, no?
-Claro, como olvidarme de él... -Contestó irónicamente.
-Pasad, venga. -Dijo haciéndoles un hueco. -¡Kyle, baja un momento!
-¡Voy mamá! -Se oyó de lejos.
De pronto, por la escaleras apareció la figura de un chico alto, moreno, de ojos azules y baste guapo, o al menos eso pensó Hayley, la cual, se había quedado sorprendida al hacerse a la idea de que ese era su primo. Ella para nada lo recordaba así, más bien, lo recordaba canijo, para nada guapo y bastante molesto, y es que hacía muchísimo tiempo desde que le vio por última vez.
-¿Qué pasa fea? ¿Es que no piensas saludarme?
-¿Yo saludarte a ti? ¿Desde cuando? -Kyle se rió al oír eso.
-Anda, dame un abrazo tonta.
Hayley se acercó y le dio un abrazo a su primo. Verdaderamente le echaba de menos, a pesar de parecer una persona totalmente distinta.
-Eh, ¿y tío Jhon? -Preguntó Hayley desconcertada.
-Pues trabajando cariño. Últimamente no hace más que eso, trabajar, trabajar y trabajar. Pocas veces está en casa. -Le contestó su tía.
-Bueno, Kyle, ¿podrías enseñarle Londres a Hayley? Ya sabes, la juventud se entiende más. Además tu conoces más "los sitios de moda" y eso. Tu tía y yo vamos a hablar un rato.
-Claro. Bueno, ¿por donde quieres que empecemos? -Preguntó refiriéndose a Hayley.
-Mm.. Sorpréndeme.
-Está bien. Nos vamos mamá, hasta luego.
-Adiós, pasadlo bien.
-¡Cuidadito! -Advirtió Alice.
Hayley y su primo Kyle, salieron de la casa y cogieron un taxi que les llevó hasta el centro comercial. Allí, Kyle le enseñó a Hayley todo lo que había. Comieron en un restaurante y cuando acabaron, le llevó hasta una plaza justo al lado del centro comercial donde quisieron parar un rato y hablar.
-Bueno, cuéntame. ¿Qué tal tu vida? -Le preguntó a la chica.
-Ya sabes, de mal en peor. Mi madre cada día me soporta menos y ese es el motivo por el cual estoy aquí.
-¿Tú madre como castigo te trae de visita a Londres? Vaya castigo, yo también quiero...
-No, ¿es que no lo sabes?
-¿Tendría que saber algo?
-Mañana empiezo en un internado todo el curso.
-¿En un internado? ¿Pero tan grave es lo que has hecho? Aunque bueno, he de decirte que yo también estoy en uno y créeme, no es nada malo.
-No, pero ya sabes como es mi madre, se estresa rápidamente y a la mínima intenta librarse de los problemas.
-Oye, no creo que tu madre quiera librarse de ti. Si hizo esto es por ti, es porque te quiere.
-Otro igual.. ¿Es que no lo comprendes? -En ese momento, una lágrima resbaló por la mejilla de Hayley. -Para mi madre hay que ser perfecta y yo no soy así. Llego por la mañana a mi casa después de una noche entera de fiesta. Me dan igual mis notas, sé que no tengo futuro y por más que lo intente, no dejaré de ser la hija que mi madre nunca quiso.
-Vamos Hayley, no llores, sabes que eso no es así. Tu madre te quiere, aunque no sepas verlo. Tan solo quiere que su hija tenga un futuro y una vida sana.
-Cambiemos de tema, no quiero hablar de esto. -Dijo secándose las lágrimas. -Bueno, ¿Qué tal las novias?
-No, la pregunta es ¿qué novias?
-Venga ya, ¿tu pretendes que me crea que un chico tan guapo no tiene novia?
-Gracias, ya sé que soy guapo, pero es que ninguna está a mi nivel, ya sabes.
-Pero que chulo que eres, increíble.
-Tienes que admitidlo, soy guapo.
-¡Pero que subido!
-Jajajaja, bueno, tu también eres guapa.
-Bah, eso ya lo sé.
-Y después te quejas.
-¿Qué quieres? Me viene de familia.
-Anda, volvamos ya a casa que se está haciendo tarde.
Los dos jóvenes se levantaron del banco y continuaron andando de vuelta a casa.
[...]
-Tía ¿entonces yo donde duermo? -Preguntó Hayley a su tía.
-Pues en el cuarto de Kyle, en la cama de abajo, si te parece bien, y así le dejas a tu madre la habitación de invitados.
-Buah, ahora a dormir con este pesado. -Replicó Hayley.
-Oye, que encima que te dejo la otra cama.. Tss. -Le contestó Kyle.
-Anda, no seáis críos e iros a dormir ya que mañana nos tenemos que levantar temprano, que tenéis que estar allí a las ocho y media.
-Ah, ¿que vamos al mismo internado? -Preguntó Hayley.
-Claro que si, no creas que tu madre es tan mala como para soltarte en un internado donde no conoces a nadie. -Contestó Alice.
-Mañana es la presentación, Kyle te enseñará toda la escuela y te presentará a sus amigos y eso. -Le dijo Cathy a Hayley.
-Está bien, hasta mañana.
Hayley anduvo hasta el salón, donde se encontraba Kyle.
-Tú, paleto, ayúdame a subir las maletas anda.
-Lo de paleto sobra.
-Lo que sobra es tu falta de caballerosidad.
-¿Ah si? Pues entonces te dejo las maletas aquí, porque soy poco caballeroso.
-¡No, no, no! Venga por favor, que pesan mucho.
-Pídeme perdón.
-Ni de coña majo.
-Ah pues nada, diviértete subiendo tus maletas. -Dijo subiendo varios escalones.
-¡No! Está bien, lo siento. ¿Contento? Hala, ayúdame.
-No lo decías en serio, no me vale.
-Venga ya, ¿va en serio?
-Buenas noches Hayley.
-¡Kyle! Buuf, lo siento mucho Kyle, no eres ningún paleto poco caballeroso.
-Disculpas aceptadas. Ahora, si me permite señorita, subiré sus maletas. -Dijo agarrando las maletas.
-¡Serás payaso!
-Me amas, admítelo.
Cuando terminaron de subir las maletas, entraron en la habitación.
-Así que, este es tu cuarto, ¿eh?
-Ya ves. No es algo increíble, pero se está bien.
-¿Como son los del internado? -Dijo abriendo una de sus maletas para sacar el pijama.
-Pues.. ¿Normales? No sé, son de diferentes colores, con dos, tres o cuatro camas, depende de donde te pongan y bastante amplias.
-¿No son individuales? -Dijo quitándose la camiseta.
-Más quisieras amiguita. ¡Espera! ¿¡Qué haces!?
-Pues ponerme el pijama.
-¿Delante de mi?
-Si, ¿pasa algo? ¿Nunca has visto a una chica en bikini? Porque es lo mismo...
-Pero eres mi prima, debería darte algo de vergüenza cambiarte delante de mi.
-Pues no, para nada.
-Además, en cualquier momento podría entrar tu madre o la mía y pensar otra cosa.
-¿Tú crees?
-Estás loca. -Dijo quitándose la camisa él.
-Pues tú también te estás cambiando delante de mi.
-Si, pero soy un chico, no hay nada que enseñar.
-Eso es lo que tú te crees, guapo.
-Claro.
Finalmente, se acostaron en sus respectivas camas y se durmieron.
[...]
-Vamos chicos, despertad.. -Les avisó Cathy por tercera vez.
-Que si, ya vamos. -Contestó Kyle.
Finalmente Haley se levantó y fue sacando lo que se iba a poner para ir a ducharse.
-Kyle venga, que llegamos tarde.
-Déjame dormir.
-¡Kyle, despierta ya venga! -Dijo lanzándole un cojín.
-¡Auu! No hace falta que me tires un cojín.
-Que no dice. ¡Pero si no me hacías caso!
-Cállate. -Dijo abriendo su armario.
-Me voy a duchar, cuando venga tienes que estar ya vestido.
-¿Te duchas por las mañanas?
-Si, soy una chica limpia. -Dijo yéndose.
Hayley fue al baño y cerró la puerta. Se dio una ducha rápida, se vistió y se maquilló un poco, pero sin pasarse, odiaba eso de ir como una puerta.
-Hayley, ¿has terminado? Necesito peinarme, ¿crees que con estos pelos que llevo enamoraré a alguien?
-Jajaja, si, ya terminé Kyle, pasa. -Dijo abriendo la puerta.
-Eres una tardona.
-Y tú un desesperado. No he tardado tanto.
-No, que va.
-Cállate. -Dijo saliendo.
La muchacha bajó a desayunar, se cepilló los dientes y, con sus maletas y todo ya abajo, se sentó en el sofá a esperar a Kyle.
-Hayley, vamos cielo, que Kyle ya ha terminado. -Dijo Cathy avisándole.
-Genial. -Contestó yendo hacia la puerta.
-Bueno hija, me tengo que despedir. Nos veremos en Navidad y alegra esa cara, seguro que no será para tanto. Verás como te acostumbras y al final te acaba gustando.
-¿Tú no vienes?
-No, tengo que irme ya a casa, me ha surgido trabajo.
-Oh claro. -Dijo subiendo al coche.
-Nos vemos, te quiero.
-Bueno chicos, ¿listos? -Preguntó Cathy arrancando el coche.
Mientras iban en el coche, Hayley iba mirando por la ventanilla, observando todo Londres, ya que eso sería lo último que vería de calle durante un tiempo.
Cuando llegaron, Hayley lo observó todo muy detenidamente, hasta que su tía le interrumpió.
-Bueno, hemos llegado. Acordaos de que una vez cada dos fines de semana podéis llamarme para que os traiga algo o simplemente para verme, ¿si? Me tengo que ir ya, pasaoslo bien y estudiar mucho, anda. -Dijo abrazándolos y sobiendo de nuevo al coche. -¡Adiós!
Una vez que Cathy se fue, Kyle y su prima entraron a la escuela y empezaron a caminar por el caminito entre el césped que llevaba hacia la entrada.
-Mira, ahí están las niñas más ricas de toda la escuela. Se estarán preguntando quién eres, seguro. Ya verás, se morirán de celos. -Dijo pasando el brazo por encima de los hombros de Hayley.
-¿Así que mi primo es un ligón que tiene a todas las niñas pijas detrás de él, ¿eh?
-Ya ves, si es que al final no sabes ni como es tu primo.
-No, ya.
-Anda, vamos a dentro.
Una vez en la recepción, se acercaron al mostrador para pedir las llaves.
-¿Nombres? -Preguntó la mujer que estaba allí sentada.
-Kyle Loughty.
-Señor Loughty, otro año más por aquí, ¿eh? Espero que este año se comporte mejor. Tome su llave. -Dijo dándosela en la mano.
-Claro que si Mrs.Sheffield.
-Esperemos. ¿Y tú quien eres cielo?
-Hayley Dankworth.
-Ah, señorita Dankworth, la estábamos esperando. Como usted es nueva, no sabrá las normas de este centro, así que he de decirle que en una de sus gavetas se encuentra el papel de normas. Sobre su cama encontrará su uniforme y sus libros. Esperamos que sea un gran año para usted.
-Muchas gracias. -Dijo y se dio la vuelta.
-Ah y señorita Dankworth, trate de no coger ejemplos de el señor Loughty.
-¡Yo también le quiero Mrs.Sheffield!
Los dos muchachos salieron a fuera de nuevo y Kyle le explicó a su prima a dónde tenía que ir.
-A ver, a la derecha está la residencia de las chicas y a la izquierda la de los chicos. Así que ve todo recto por este camino y la encontrarás. Una vez allí, entras y en el último piso está tu habitación. Reza por que te toque alguna chica simpática, por aquí hay pocas.
-Vale, gracias primo.
-Luego espera en tu habitación, yo voy a buscarte y así te enseño todo, ¿vale?
-Vale, hasta luego feo.
Hayley cogió por el camino que le indicó su primo y caminó hacia la residencia.
Ella esperaba que sus compañeras no fueran alguna de esas pijas que vio antes. Sinceramente le daba igual quien fuera, con tal de que le dejara en paz le servía. No soportaría a alguna chica que le controlara todo lo que hace.
Aunque no lo quisiera asumir, estaba realmente nerviosa por saber como era todo, quién le tocaría y demás.
-¡Eh tú! Si, la del gorrito. -Oyó tras de ella. La ignoró. -Te estoy hablando, ¿sabes? ¿O es que estás sorda? -Se oyeron más risas, entonces supo que no era solo una chica. Se dio la vuelta.
-¿Quienes sois y qué queréis?
-Pues mira, somos Lissa, Melany y Sophie. Y queremos saber quien eres tú y por qué venías con Kyle Loughty.
-Eso no es asunto vuestro.
-Bueno, está bien, como quieras. Solo una cosa más, ¿de donde has sacado esa ropa? Parece salida de un vertedero.
-¿Y tú? ¿De donde has sacado esa voz de pito? Parece salida de unos dibujos animados. -Le respondió, se dio la vuelta y siguió hacia la residencia.
Subió las escaleras hasta el último piso, como le había dicho su primo y se dirigío hacia la habitación que le correspondía, según decía su llave la número 110.
Respiró hondo, tomó valor y abrió la puerta esperando que no hubiera nadie allí, y así fue. Era la primera en llegar.
La habitación era bastante amplia, como le había dicho Kyle y tenía un gran ventanal que cubría toda una pared. Era de color violeta pálido y tenía tres camas, cada una con su mesita de noche, escritorio y armario y un baño. Ella escogió la que estaba pegada a la pared del ventanal, simplemente porque fue la que le gustó.
Puso los libros que estaban en su cama, sobre el escritorio, metió los uniformes en el armario y colocó toda su ropa y zapatos. Luego se sentó en su cama y cogió su teléfono, pero de pronto, la puerta de la habitación se abrió.